El 6 de enero de 2016, nos enteramos de que la Biblioteca Pública de Nueva York ponía a disposición del público un valioso conjunto de materiales de su acervo digitalizado en alta calidad, consistente en más de 187.000 materiales que se pueden descargar y reutilizar libremente.
Este hecho nos alegra porque además de mostrar que dicha biblioteca está cumpliendo hitos en un camino trazado hace tiempo donde ya ofrecía obras escritas en dominio público digitalizadas en alta calidad y descargables libremente, sirve también como inspiración y ejemplo para instituciones públicas en otras partes del mundo.
El patrimonio común se encuentra guardado en instituciones públicas que tienen el deber de conservarlo y preservarlo de la mejor forma posible. A veces, tan celosamente que se olvidan de que para que la memoria sea conservada y preservada tiene que estar accesible a la comunidad. Algunas instituciones encuentran que preservar significa “no manchar” o “que no se deforme” la obra original, cuando en realidad el hecho de guardar en sus acervos físicos y digitales una versión “intacta” no tiene por qué estar contrapuesto con la liberación de esas obras para que sean resignificadas por la comunidad.
La Biblioteca Pública de Nueva York no sólo ofrece las imágenes digitalizadas que se encuentran en dominio público para ser vistas y descargadas, sino que también estimula la reutilización ofreciendo, entre otras cosas, talleres de reutilización del patrimonio. Algunos resultados de esos talleres son un tour en el tiempo por la 5ta avenida de Nueva York o un juego en base a mapas de antiguos edificios de esa ciudad.
Estas acciones nos demuestran que esta institución está comprendiendo el valor de la difusión y la reutilización del material histórico de una forma animada, brindando una resignificación a esas obras. Las bibliotecas e instituciones tienen la oportunidad única de acercarse a la comunidad con obras de reconocido valor y/o aquellas que gozaron de visibilidad en su tiempo de publicación y que ahora podrían ser recuperadas y revisionadas. Al hacer esto, pueden reforzar los lazos con la comunidad, que en nuestro país se han ido distanciando, y pueden conseguir apoyo tanto económico como participativo.
Sabemos que hay muchas instituciones en Uruguay que están planificando llevar a cabo o colaborar en acciones similares y celebramos estas posturas. Apostamos a que comprendan la importancia de adoptar estas buenas prácticas tanto para la valorización de las obras en dominio público como para el empoderamiento de la comunidad en el uso de las mismas.